
Jesica Cirio vende su ropa en una feria americana en medio de la crisis
Jésica Cirio comenzó a vender su ropa luego de que detuvieran a su expareja Elías Piccirillo y en medio de la crisis.
Vicentico, cantautor de rock argentino, estuvo presente junto a su banda para la cuarta noche de la Fiesta del Poncho, en el escenario mayor del Predio Ferial Catamarca.
A pesar del goce del público con el show, el artista se amargó desde el inicio. Tras interpretar su primera canción, en la que no se escuchaba bien su voz, Gabriel Fernández Capello le arrojó un micrófono a un asistente técnico de su propio equipo, quien se había acercado a él para intentar subsanar el inconveniente. Esto ocurrió cuando bajaron las luces del escenario, por lo que no se logró apreciar bien el momento, salvo para algunas personas presentes y los presentadores del festival.
El show debe continuar, por lo que el cantante siguió con el espectáculo, pero se retiró del escenario visiblemente molesto, según lo manifestado por personas que presenciaron la situación de manera cercana.En un tramo de su presentación, Vicentico manifestó: "Muy buenas noches. Para nosotros es una alegría inmensa, un honor muy hondo poder tocar algunas canciones para ustedes. Esperamos de corazón, profundamente, que la estén pasando bien. Nosotros muy bien. Les pido disculpas por unos problemas que tuvimos al principio de horario y técnicos que…bueno…todo muy apurado, y no tuvimos tiempo de armarlo del todo bien, pero esperemos que esté saliendo bien a partir de ahora".
Jésica Cirio comenzó a vender su ropa luego de que detuvieran a su expareja Elías Piccirillo y en medio de la crisis.
Anoche terminé de ver Mazel Tov, la nueva película de Adrián Suar, y todavía tengo los ojos húmedos. No solo por su historia judía cargada de tradición y códigos familiares, sino porque habla de algo que atraviesa a todas las familias, sin importar origen, fe o idioma: los vínculos. Los que tenemos. Los que no supimos cuidar. Y los que aún pueden repararse.
Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.