Desde que Gerard Piqué terminó con Shakira su imagen se ha visto golpeada una y otra vez, escándalo tras escándalo. Y es que ahora, en medio de este viejo drama resurgido, el empresario se metió en problemas por violar las leyes de su propio país.
Durante una transmisión en vivo donde estaba conectado con un reportero en Málaga, donde se jugará la final de la Kings League y la Queens League, Piqué invitó a los presentes a lanzarse a una fuente local. ¿La recompensa? Boletos dobles para el esperado evento deportivo.
"Al que se meta en la fuente le das una entrada doble", dijo Piqué. Esto resultó en un alboroto total cuando las personas empezaron a cumplir su reto, que, sin saberlo, iba contra la ley. Y según medios locales, meterse en la fuente en cuestión es una grave falta que puede ser castigada con una multa de 750 euros.
El Ayuntamiento de la ciudad mostró su descontento con la broma de Piqué, por atentar contra la seguridad pública y hacer una invitación a la falta de civismo.
La situación llegó a tal punto que Gerard se vio obligado a pedir disculpas públicas: "Ante todo pedir disculpas, si alguien se sintió afectado… aquí todo lo hacemos con buena fe y, a veces, no lo hacemos de la mejor manera", dijo en su mensaje dirigido a "al alcalde y la población de Málaga si se han sentido ofendidos".
Si Yiya Murano tuviera FLOW, esta sería su serie favorita. Acá no se matan con veneno, pero el humor es igual de letal.
Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.
Anoche terminé de ver Mazel Tov, la nueva película de Adrián Suar, y todavía tengo los ojos húmedos. No solo por su historia judía cargada de tradición y códigos familiares, sino porque habla de algo que atraviesa a todas las familias, sin importar origen, fe o idioma: los vínculos. Los que tenemos. Los que no supimos cuidar. Y los que aún pueden repararse.
