Maxi Clark
En el campeonado futbolístico, Qatar 2022, la comunidad LGBT es perseguida y castigada por insólitas regulaciones. Ante ello, algunos futbolistas y equipos habían decidido usar el brazalete "One Love", que muestra un corazón con la bandera de la diversidad sexual.
No obstante, luego de que se jugara el primer partido de la Copa, las selecciones europeas firmaron un acuerdo para desistir del símbolo para no ser sancionados. "La FIFA ha sido bastante clara y pondrían sanciones deportivas si los capitanes llevaban brazaletes en el campo de juego", dice el comunicado compartido por el diario Marca.
"Como federaciones nacionales, no podemos poner a nuestros jugadores en posiciones en las que se podrían enfrentar a sanciones deportivas". Señalan que si bien podrían pagar multas, no pueden asumir el riesgo de que sus jugadores se queden sin estar presentes en los partidos.
Apuntan: "Estamos bastante frustrados con la decisión de la FIFA, que creemos que no tiene precedentes". En el diario explican que el portador del brazalete de capitán en cuestión sería amonestado al inicio del partido, además de una sanción económica tanto al jugador como a la Federación.
Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.
Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.