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Hay películas que una no mira: te miran a vos. El Gran Viaje de tu Vida es una de esas.

Si hay algo que nos encanta en este país es una buena asesina serial con glamour de barrio.

#nuevayork #zohranmamdani El demócrata Zohran Mamdani se convierte en el primer alcalde musulmán de la ciudad y el más joven en generaciones. Derrotó al candidato independiente y exgobernador demócrata Andrew Cuomo, quien intentó regresar a la política cuatro años después de renunciar en medio de un escándalo. #nuevayork #zohranmamdani

La Sustancia protagonizada por (la mega Diosa que está sentada en el Olimpo, por sobre Afrodita) Demi Moore es uno de esos golpes que duelen bonito: elegante, brutal y con ganas de explicarte que el maquillaje siempre fue un mito. ¿Se acuerdan cuando Demi hizo Striptease y el mundillo la persiguió con un cuchillo de manteca? Pues Hollywood nunca olvida. La temporada de premios la mimó, la llenó de estatuillas y besos, pero al llegar al altar del Oscar la cosa se puso fría; según mi versión de los hechos, la academia no perdonó su pasado ni que la película se burle de ellos. (Que quede claro, la historia de la persecución es parte de lo que la hace irresistible).

Allá por 2014-2015 vivimos una etapa inolvidable del cine romántico: la de los amores terminales, o como me gusta llamarlos, los amores cancerígenos. Eran historias donde el amor y la muerte respiraban juntos: "Bajo la misma estrella", "Yo antes de ti", "Si decimo quedarme"… Películas que nos enseñaron que amar a veces duele, pero también que ese dolor es parte de estar vivos.

Bueno, gente, agarrense: Cómo entrenar a todo dragón, versión live-action 2025, es como ese ese amigo o familiar que todos teníamos que volvía de viaje con la mochila llena de souvenirs raros: te sorprende, te confunde, y a veces te hace reír porque no sabés si es un dragón o un avión de combate disfrazado.

Si Yiya Murano tuviera FLOW, esta sería su serie favorita. Acá no se matan con veneno, pero el humor es igual de letal.

Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.