Maxi Clark
La matriarca de The Kardashians, Kris Jenner se sometió a una cirugía de cadera después de sufrir un dolor constante. Y aunque la cirugía fue todo un éxito, Kris reveló que su hija Kim le hizo un pedido extraño a su cirujano.
"Kim le pidió al médico que le guardara mis huesos", le dijo Kris a sus hijas Khloé Kardashian y Kylie Jenner, "para poder hacer joyas con ellos". Aunque Khloé tenía más curiosidad por los planes de diseño de Kim, Kylie calificó la solicitud como "rara". Coincidiendo con su hija menor, Kris comentó, "Es espeluznante".
Sin embargo, Khloé le recordó a su madre que ella también ha hecho sugerencias curiosas sobre qué hacer con su cuerpo. Ella le preguntó a Kris, "¿Recuerdas cuando querías que tus cenizas se convirtieran en collares para nosotros?" Si bien Khloé sintió que la sugerencia era extraña, Kris señaló, "Esa es una gran idea".
A pesar de la solicitud inesperada, Kim fue un gran sistema de apoyo para su madre durante la cirugía. No solo consoló al novio de Kris, Corey Gamble, sino que también se mantuvo optimista durante todo el procedimiento.
Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.
Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.
Anoche terminé de ver Mazel Tov, la nueva película de Adrián Suar, y todavía tengo los ojos húmedos. No solo por su historia judía cargada de tradición y códigos familiares, sino porque habla de algo que atraviesa a todas las familias, sin importar origen, fe o idioma: los vínculos. Los que tenemos. Los que no supimos cuidar. Y los que aún pueden repararse.
Durante años, cada junio se vestía de colores. Las marcas corrían a cambiar sus logos por arcoíris, influencers hablaban de inclusión con brillo en la cara, y hasta los políticos más cínicos publicaban una fotito con la bandera LGTBIQ+ para “quedar bien”. Era el pinkwashing en su máxima expresión: no era amor, era marketing. Pero este 2025, algo cambió. Algo se apagó. Algo se incendió.